jueves 14 de noviembre de 2024
Revista Viajeros » Noticias turísticas » 17 ago 2023

5 LUGARES DE ENSUEÑO

Destinos hermosos y poco convencionales

Para los más aventureros y los que no disfrutan de los destinos saturados de turistas, queda mucho planeta por recorrer, hoy te queremos comentar sobre algunos lugares, que podrían formar parte de tu lista de pendientes en lo que resta del año.


Llegar hasta estos rincones puede que sea más complicado y hay que ir cargado, sobre todo, de mucho respeto por la naturaleza y por las comunidades locales para que los visitantes aporten en positivo y no se conviertan en una plaga destructiva. Estos son algunos de los países y regiones del mundo que pueden ser una buena alternativa de viaje frente a otros vecinos más saturados por el turismo de masas. Por su aislamiento, por sus condiciones climáticas extremas o sencillamente por haber sido eclipsados por otros destinos similares. Solo hay que salirse un poco del mapa para encontrar alternativas poco convencionales

Lesoto

Dominado por las cadenas montañosas de Drakensberg y Maluti, el pequeño Lesoto presume de ser el país más alto del mundo: incluso su punto más bajo, en las llamadas Tierras Bajas, se encuentra a unos 1.400 metros de altura. Si nos animamos a viajar por este reino montañoso del sur de África, será más fácil encontrarnos con un pastor basotho vestido con una manta tradicional que con los grupos de turistas como los que llenan Sudáfrica, el país que envuelve a Lesoto. No llegan a 800.000 los turistas anuales, frente a los más de 16 millones que se animan a visitar al país.

Uno de los secretos del viaje a Lesoto es utilizar los alojamientos para mochileros administrados por la comunidad del antiguo protectorado británico, a menudo en la cima de las montañas. Porque el principal atractivo de Lesoto son sus paisajes montañosos aparentemente interminables, salpicados de nieve en invierno, teñidos de rosa por las puestas de sol, con pasos épicos, atravesados por cascadas y con una gran variedad de propuestas para aventuras a gran altura.

Isla de Ibo, Mozambique:

En medio de las plácidas aguas del archipiélago Quirimbas de Mozambique, la isla de Ibo guarda un especial encanto, casi místico y, de momento, al margen del turismo. Se trata de un antiguo puerto portugués bañado por el Índico, en el que flotan los típicos dhows de madera con sus características velas triangulares, tan típicos de las costas índicas. Hay villas en ruinas y edificios decadentes cubiertos de musgo que flanquean sus calles sin coches. Todo, envuelto en una interesante encrucijada de culturas (árabe, swahili, india y portuguesa) que refleja una larga y una tempestuosa historia.

Entre manglares y arrecifes de coral, la isla permanece virgen. Menos conocida que la legendaria isla de Mozambique, más al sur, todavía no ha sido descubierta por el turismo a gran escala. Acceder a ella no resulta fácil, a menos que se alquile un avión o se llegue navegando, y las instalaciones turísticas en la isla son escasas. En la costa noroeste encontraremos una población de unas 4.000 personas, pero en el sur apenas encontramos los manglares impenetrables y algunas pequeñas propiedades dispersas, en las que se cultiva el café silvestre. En la antigua ciudad de piedra colonial, hileras de ruinas similares a las de Pompeya se intercalan con mansiones y fuertes restaurados, legado de la historia de Ibo como puerto portugués donde se comerciaba con africanos esclavizados.

 

Kirguistán

Al aterrizar en las afueras de Bishkek, se contemplan las afiladas crestas nevadas del Tien Shan extendiéndose al sur, hasta el horizonte. Aunque solo hay cuatro o cinco horas en avión desde los principales destinos turísticos del centro de Asia, Kirguistán parece un mundo aparte. Desde luego, no tiene la infraestructura de transporte de destinos montañosos del “primer mundo” como Suiza y no encontraremos casas de té al final de un camino como ocurre en Nepal, pero quienes vienen a Kirguistán tienen la posibilidad de disfrutar de una naturaleza grandiosa, casi intacta, y de una interesante cultura tradicional seminómada. En la mayor parte del país, más del 90% montañoso, es mucho más probable encontrarse con un pastor a caballo o una manada de caballos en libertad que cruzarse con otro turista.

Y eso que el país tiene muchísimos atractivos para el gran viajero: se pueden hacer paseos a caballo, senderismo, ciclismo y escalada, incluso heliesquí de travesía, pero el principal atractivo para los visitantes primerizos es la aventura en la naturaleza, aunque el motivo por el que repiten destino suele ser la cultura local, marcada por la hospitalidad, en una región donde muchos pueblos todavía mantienen un estilo de vida seminómada estacional. Además, hay una buena infraestructura turística comunitaria, pequeña pero activa, y quedan muchos valles montañosos poco explorados.

Rupununi- Guyana

El único país de habla inglesa de América del Sur, Guyana, se mueve a un ritmo muy diferente a sus vecinos y esto le convierte en una alternativa realmente interesante. Aunque ha ido aumentando el número de visitantes desde 2015, todavía no superan los 300.000 turistas al año. Muchos menos que cualquiera de sus vecinos. Y de ellos, son muchísimos menos los que se aventuran hasta el interior de la selva de Guyana, donde se encuentran algunos de los mejores lugares del mundo para observar la vida salvaje.

En este Amazonas diferente y desconocido, se puede practicar otro tipo de turismo, conectando con indígenas, observando fauna exótica, y descubriendo la cultura indígena de la región de Rupununi, llamada así por su caudaloso río. No es fácil moverse por esta zona, donde los pocos visitantes navegan entre una selva tropical densa, en busca de guacamayos y monos, hospedándose en rústicos ecolodges sostenibles que crean ciertos recursos para las comunidades indígenas.

                                                     

Utsjoki, Finlandia:

Laponia es una de las zonas más turísticas de Finlandia, gracias a Papa Noel y a las luces y celebraciones en Rovaniemi, convertida en capital mundial de la Navidad. Pero hay otra Laponia finlandesa mucho más desconocida, en los confines más lejanos y silenciosos del país, a 500 kilómetros al norte del Círculo Polar Ártico, donde Finlandia hace frontera con Noruega. Es en la región de Utsjoki donde reside el verdadero encanto de Laponia y se extienden paisajes inolvidables, tanto durante el invierno, bajo una gruesa capa de nieve y con la aurora boreal parpadeando en lo alto, como en el verano, en esos días en los que nunca anochece.

Remoto y escasamente poblado, este es uno de los espacios realmente naturales de Finlandia: una masa de bosques cubiertos por líquenes y páramos altos, con algunos enclaves que todavía son considerados ailigas (lugares sagrados) por los indígenas sami. La naturaleza ocupa el centro de todo, ya sea en una cabaña de troncos, pescando salmones gigantes en el caudaloso río Teno o corriendo en un trineo tirado por renos sobre la nieve. En cualquier caso, es un lugar perfecto para salirse del mapa de los caminos trillados y observar paisajes insólitos.

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